Los
caracoles suben
en caravanas
por
los ladrillos del muro.
El
estuche de las castañas
arroja gemas oscuras
que brincan en los cobertizos.
El
humo escribe cartas
a los pájaros migratorios.
El
agua impone
cristalería de sollozos.
Atizo el último fuego,
mientras
espero
el
florecer de la noche,
para
entrar con mi linterna
en el jardín de los sueños rotos.
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