Intento recuperar tus señales,
su ardor, su acometida.
Sólo barcos extraviados
en medio de los témpanos.
Saurios espléndidos
yacentes en lodazales.
Dulzainas de Caral
bajo areniscas.
Gárgolas, santos de bulto,
de las catedrales desertan en llamas.
Arrodillados, en Arauco
sucumben los canelos.
Una casa se derrumba,
un niño mira tras los vidrios
con la angustia de tus ojos,
cisuras escritas sobre el hielo.
Ateridas se trizan las palabras.